CRÓNICAS DEL SIGLO XX
La máscara del hombre, el Afrocán se personaliza, se redondea, en la serie más figurativa de la obra de Chirino. Las Crónicas de s. XX son el resultado maduro de una obra que ha girado en torno al hombre sin apenas rozarlo. Es interesante observar que Martín Chirino no cuenta en su producción con el cuerpo humano, pero sí con la cabeza. Cabezas pensantes, cabezas con o sin nombre, son las que refiere Martín Chirino en esta etapa de su producción. La unión de la severidad del metal, la precisión de las líneas, con la atribución de una identidad propia en cada una de ellas, hace que estas esculturas sean la expresión de su espléndida madurez.
“Obras como “Santa Teresa”, que pertenece a la serie “Crónicas del siglo XX”, son una reflexión sobre el arte moderno y contemporáneo, sobre aquellos escultores que había sacralizado durante mi trayectoria, artistas como Julio González, Gargallo, Juan Gris o Brancusi, nombres que no se pueden obviar por la importancia de la belleza sublime de toda su obra. Me acerqué a todos ellos a través de mi trabajo queriendo desentrañar el conocimiento y el mensaje de su quehacer artístico”.
AFROCÁN
En los años setenta, la necesidad de una recuperación de las raíces propias se hace patente en todo el Estado Español. En 1976, Martín Chirino participa en la redacción del «Manifiesto del Hierro”, que reivindica la identidad canaria con el continente africano, en términos posteriormente matizados por la mayoría de los firmantes. En el mismo sentido suscribe el “Documento Afrocán”, firmado en Madrid el 20 de noviembre de ese año. En este contexto realiza la exposición individual «Afrocán» en la Galería Juana Mordó de Madrid. “Hay una búsqueda de libertad que hace temblar los pies de barro de la dictadura”. Martín Chirino, nunca ajeno a las preocupaciones de su entorno, se hace eco de ello en su escultura. La ejecución formal de los Afrocanes, de las máscaras del hombre, surge a partir de una obra realizada en 1973, el Oölogy- El Afrocán, que sobre los cimientos de la forma oval que rodea la espiral, representa el recuerdo de las máscaras africanas. Su estilización se ciñe al recuerdo de Brancusi que, en algún momento de su vida, reivindica Chirino.